POR: P. Sandro Jiménez (Parroquia Santa Cruz, Tábara Arriba, Azua).
Un saludo cordial mis amigos. Gracias por recibirme en esta segunda ocasión, para este breve diálogo, mientras nos tomamos un café. Me permito responder una pregunta antes de que ustedes la formulen. La pregunta para introducir este diálogo ¿quo vadis Domine? significa: a dónde vas Señor. Una leyenda nos cuenta que el apóstol Pedro salía corriendo de Roma, por miedo a Nerón. En su huida se encontró con Jesús y le hizo la pregunta ¿quo vadis Domine? A la que Jesús responde, Romam vado iterum crucifigi (voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo). Esa es la pregunta que nos hacemos mientras nos tomamos el café que ya “está subiendo”. ¿A dónde vas Señor? ¿Por dónde está pasando el Señor, dónde le busco, dónde le encuentro, qué puedo hacer? Junto a esas preguntas deben aparecer otras: ¿a dónde voy yo, a dónde vamos nosotros?
Sin entrar en dogmatismos que puedan sonar a arrogancias, la gran necesidad que hoy tenemos, es volvernos a Jesucristo, nuestro Salvador. En volvernos a Jesucristo está nuestra salvación, y cuando hablo de salvación no me refiero a la vida después de la muerte, que sí también, pero pienso en la salvación aquí y ahora. Salvación del sin sentido, del absurdo, del vacío, de la tristeza, de la violencia y de tantas otras situaciones de muerte que nos amenazan. ¿A dónde vas Señor? Esa es la pregunta de fondo. Después de ese encuentro con el Señor, Pedro se regresa a Roma a dar testimonio de su fe, de su vida como discípulo de Jesucristo.
Al igual que el apóstol Pedro, también nosotros necesitamos volver a Roma, necesitamos volver a dar testimonio de nuestro bautismo, volver a vivir cristianamente, como decíamos en el primer diálogo. En ese sentido de volver a Roma, volvernos a Jesucristo, hay un librito de Antonio Pagola, titulado “Volver a Jesús”, de mucha sencillez, pero de gran profundidad a la vez. Para este autor, volvernos a Jesús requiere de algunos pasos:
Conversión a Jesucristo. Que esvolver a las fuentes, a ese amor primero al que nos llama el libro de apocalipsis (Ap 2, 4ss). En término de moral, es tener a Jesucristo como “Opción Fundamental” y esa opción fundamental determinará tus actitudes y tus actos, es decir, lo que eres y lo que haces.
Nueva relación con Jesús. Necesitamos dejarnos mirar por Jesús, con la certeza de que su mirada cura, sana y salva. Ese volver a Jesús requiere de nosotros, escucharlo mejor y hablarle mejor. He dicho mirar, escuchar y hablar. Creo que muchos de nosotros estamos medios ciegos, sordos y mudos. Y esas patologías amenazan nuestra vocación mística y profética. Para Pagola, volver a Jesús es “dejarnos transformar por ese Dios enamorado, apasionado por una vida más digna, más humana y dichosa para todos” (pág. 50).
Más verdad en tu vida de fe. para nuestro autor, ponerle más verdad a tu vida de fe, es el tercer momento importante en esa ruta de volvernos a Jesús.Detectar con honradez humildad las adulteraciones de tu vida de fe. Hoy no adulteran solo las bebidas, si nos descuidamos, también adulteran nuestra fe, nuestro apostolado, nuestras vidas. Qué hay de verdad y qué de mentira en tu vida de fe, de consagrado/a, de esposa/o, madre, padre, hijo/a. No se pueden cerrar los ojos, solo nos convertimos y cambiamos cuando reconocemos nuestros errores. Separar la escoria que se te ha acumulado para traer lo mejor que hay en tu corazón. No se trata de culparnos, pero debemos reconocer nuestros pecados, purificar esa peligrosa conciencia de sentirnos santos e inmaculados.
Recuperar la identidad de discípulo/a de Jesús. En cuarto lugar, Pagola habla de nuestra identidad de cristianos, discípulos de Jesucristo (pág., 56).¿Quo vadis Domine? a dónde vas Señor? para seguirte, para ser tu discípulo, para aprender de ti, necesitamos interiorizar las actitudes fundamentales de Jesús, seguir sus pasos, crecer en calidad humana y evangélica. Hoy que tenemos tantos “maestros”, tantas “informaciones” que son más bien desinformaciones, hoy más que nunca necesitamos sintonizar “la señal de Jesucristo”.
Reavivar la esperanza. este es el quinto paso importante para nuestro autor, en ese caminar hacia Jesucristo (Pág. 59). Ser cristiano es tener esperanza. Así como es ilógico un cristiano triste, así de ilógico es un cristiano carente de esperanza. Nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo. Para Ernst Bloch “el hombre es aquello que tiene todavía mucho ante sí”. Todavía tenemos mucho por delante, lo tenemos todo, tenemos a Cristo, aquel que nos ha dicho “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mt. 28,20)
Se nos enfría el café. Nos damos el último sorbo y cambiamos la pregunta. ¿Ubi is? ¿A dónde va usted? ¿a qué le corre, cuáles son sus miedos, sus tristezas? A esas preguntas responden ustedes, porque se acabó el café y me voy. Es tarde, vivo lejos, está lloviendo y el toque de queda es a las 6:00pm. La próxima cita será en mi casa. Gracias por el café. Adiós.