¿Imagen de Dios?

Por P. Sandro Jiménez (Parroquia Santa Cruz, Tábara Arriba, Azua).

Bienvenidos/as, pasen y tomen asiento. Mi casa es su casa. Hoy le tengo café estilo Vietnam.

Prepárense para esta aventura. Por favor, sírvanse la cantidad que quieran y ahora……agréguenle una yema de huevo, dos cucharadas de leche condensada y un poco de hielo. Buen provecho. Les invito a que acompañemos el café con algún poema o una vieja canción. Bueno, hoy seré bastante breve. Comparto con ustedes esta pregunta que me han hecho, ¿qué significa ser imagen de Dios? Tiene mucho sentido la pregunta, hoy que muchos estamos tan ocupados mirando nuestros pasos, que no levantamos la vista, no miramos al cielo.

¿Realmente, quién eres? ¿Un bípedo implume, una pasión inútil, animal racional, mono desnudo? Disculpa si te suena a poesía, pero prefiero definirte y definirme como “el ser del que Dios siempre se acuerda, realidad imborrablemente anclada en la memoria divina” (Juan L. Ruiz de la Peña). Somos IMAGEN DE DIOS (Gn 1, 26ss). Y siempre seremos imagen de Dios. Disculpen ¿Cómo va el cafecito vietnamita? Espero que le guste. Volviendo a nuestro tema, miren cómo los teólogos explican ese ser imagen de Dios:

A) Imagen formada. Mis amigos, nuestro ser imagen de Dios es un regalo de su amor. Por amor, él quiso hacernos a su imagen. De ahí que nuestra vocación es el amor. Aunque limitados, finitos, débil, pero creatura de Dios.

B) Imagen deformada: Es verdad que somos imagen de Dios, pero también es verdad que nos ha alcanzada el pecado en todas sus dimensiones. Esa imagen de Dios ha sido deformada, arrugada, manchada, estrujada, por el pecado original y por los pecados personales.

C) Imagen reformada: Gracias a la pasión, muerte y

resurrección de nuestro Salvador Jesucristo, somos

reconciliados con nuestro creador. En el bautismo fuimos lavados del pecado original y personal. Y si es verdad que no somos perfectos, sí estamos en camino.

D) Imagen consumada: Esa es la esperanza cristiana. Dios que fue nuestro principio será nuestro fin. Volveremos a la plenitud, a ser lo que Dios siempre quiso para nosotros.

¿Dónde está lo interesante de cuanto acabamos de decir? En que sin importar la situación en la que te encuentres, eres imagen de Dios y nunca dejará de ser lo que Dios quiso que fuese. No perdemos el don de ser creatura de Dios, por muy opaca que esté esa imagen, solo basta que te dejes mirar por tu creador, que escuches su voz y responda a su llamada. En ese sentido me gusta lo que dice el cantante cubano Silvio Rodríguez, escuchen: “Si pienso que fui echo para soñar el sol y para decir cosas que despierten amor. ¿Cómo es posible entonces que duerma entre saltos de angustias y horror? En mi sábana blanca vertieron hollín. Han echado basura en mi verde jardín…” (Sueño de una noche de verano).

Como le prometí que sería breve, aquí le dejo con un poema del padre José María Olaizola.

TALITA KUM

Ahora. Levántate.

No te dejes morir

en muertes cotidianas

que acallan el verso,

que secan el alma

y frenan el paso

hasta dejarte inerte.

No mueras en vida,

sepultado por nostalgias,

rendido antes de tiempo,

consumido por dentro.

No permitas que te envenene

el odio, ni dejes que la amargura –¿o es miedo a vivir?–

haga de tu corazón una losa.

Levántate.

Sostenido por la memoria

de buenos amigos y buenos momentos,

confiado en un hoy grávido de oportunidades.

Movido por la esperanza en lo que ha de llegar.

Levántate, agradecido por tanto…

Ama,

descubre los milagros ocultos,

cree.

Y pelea, si hace falta,

la batalla nuestra de cada día.

Que eso es ser humano.

Levántate.

Ahora.

¡Hasta luego!

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