Por: P. Sandro Jiménez (Parroquia Santa Cruz, Tábara Arriba, Azua).
Saludos mis amigos. Que bueno que volvemos a encontrarnos, para compartir nuestro cafecito. Hoy nos tomaremos un café capuchino, así recordaremos a los frailes, llamados luego capuchinos, que comenzaron como un movimiento reformista dentro de los franciscanos, haciendo un llamado al regreso a la vida modesta y el trabajo duro.
Es relativamente común escuchar hablar de “la fe del carbonero”, de ahí tomo el título de este artículo. El famoso filósofo español, Miguel de Unamuno, repite mucho la frese de “fe del carbonero”, haciendo referencia a la fe sencilla y receptiva de la gente. Buscando las propiedades del carbón me he encontrado con la traducción al inglés, COAL, y ahí mismo un acróstico de la misma palabra. Me ha parecido de lo más interesante y quiero compartir algo con ustedes. Aquí está el café.
Entonces la palabra “carbón” es “coal” en inglés, y “COAL” es: curiosity (curiosidad), openness (apertura), aceptance (aceptación) y love (amor). Entonces, nuestra fe debe ser el combustible para la transformación de nuestras vidas. Necesitamos fe de carbón, demandamos adoptar aptitudes de curiosidad, apertura, aceptación y amor, fundamentalmente en adversidades.
A) La curiosidad (curiosity): es deseo de saber y averiguar algo, está relacionada con el genuino deseo de conocer las cosas. También es cuidado y esmero en lo que se hace. Cuando reaccionamos con curiosidad ante la vida, adoptamos una postura amable e inquisitiva de cara a nosotros mismos. Al acercarnos a nuestra fragilidad con curiosidad, nos abrimos a aprender algo nuevo, que Dios nos enseña. Al poner en marcha nuestra curiosidad, planteamos a Dios las preguntas para las que necesitamos respuesta y descubrimos lo que Dios intenta decirnos. La curiosidad nos hace receptivos a lo que Dios pretende hacer en nosotros. En el diálogo de Jesús con María Magdalena, este le pregunta ¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas? (Jn 20,15). La curiosidad debe llevarnos a responder esas preguntas.
B) La apertura (openness): Es la actitud de aceptación o comprensión de ideas, comportamientos, etc., distintas a la vigente. La apertura hace posible la transformación. Es opuesta a cerrazón. Si la curiosidad nos lleva a preguntarnos por nuestras motivaciones, la apertura nos ayuda a recibir con corazón abierto las respuestas, que van surgiendo. No obstante, antes de descartar recuerdos o ideas, debemos llevarlos a la oración y contemplar, pensar y ver si existe una tenue conexión. Para muchos, la vida nunca empieza y termina y en cada instante. A nosotros, que la apertura nos ayude a que la vida empiece en cada instante y nunca termine.
C) Aceptación (aceptance): Aquí debemos aclarar que aceptación no es aprobación o conformismo. Ahora podemos traducir la fe como aceptación. La aceptación, como fe, facilita la transformación espiritual. Nos abre a la confianza de que nos basta la gracia de Dios, llevándonos a descansar en Él. No obstante, en nuestras vidas debemos efectuar cuantos cambios seamos capaces, asumiendo su complejidad y sin precipitar acontecimientos, que podrían dificultar los procesos. Lo cual implica que damos por hecho cuanto parece ir mal y qué debemos hacer para enderezarlo. Abordamos cuanto está en nuestra mano y nos alegramos de lo que no somos capaces de hacer, sabiendo que la infinita misericordia de Dios lo suplirá.
D) Amor (love): leemos en 1 Jn 4,8, que Dios es amor. Entonces, la fe en ese Dios que es amor, lo mínimo que debe producir en nosotros es capacidad de amar y dejarnos amar. Amar a alguien significa que nos comprometemos a buscar su bien y amarnos a nosotros mismos buscar nuestro bien. El verdadero amor debe ser libre, total, fiel y fecundo. Y eso significa que me comprometo a buscar mi bien sin reservas, sin protestar. Abriré las puertas de mi corazón de par en par para recibir la transformación, que Dios quiera concederme. Significa que me querré totalmente. Significa que celebraré la maravilla de haber sido creado y cooperaré sin miedo y sin límites con la gracia de Dios. Significa que, como Pablo, pelearé el noble combate de la vida. Rechazaré actitudes críticas, falsas culpas y mociones del espíritu, que me separen del amor de Dios o su capacidad para transformar mi vida. Me aferraré a la certeza de que Dios cree en mí. Me apoyaré en Dios. No me culparé de mi debilidad, sino que me gloriaré en su poder. Significa que me alegraré de lo bueno que hace Dios en mí y a través de mí. Seré bendición para los demás.
Mis amigos, la fe carbón (coal faith): curiosidad, apertura, aceptación y amor, nos permitirán alegrarnos de nuestros fallos por la misericordia y amor infinito de Dios y a la vez ser transformados por su gracia. Eso es lo más cerca a la dimensión mística a la que estamos convocados. El místico descubre la acción de Dios en los aspectos humanos de la vida. Que adquiramos la actitud mental, derivada de las cuatro cualidades del carbón para que nuestro cerebro esté más abierto al cambio querido por el Dios de la vida y de la misericordia.
Hasta la próxima…