¿CUÁL ES LA VIDA QUE ESTÁS VIVIENDO?

Por: P. Sandro Jiménez (Parroquia Santa Cruz, Tábara Arriba, Azua).

Saludos, adelante, pónganse cómodos. Como siempre, un poco de café, para mantener la buena costumbre. Hoy tomaremos café al estilo de Etiopía. ¿Se animan? Bien. Sírvase a su gusto, póngale un poco de mantequilla y aquí tiene su funda de palomitas. Así como suena. Café con mantequilla y acompañado por palomitas de maíz. Tengo la fortuna de tener en casa a cuatro amigos. Cesar Julio y Esmerlin Salvador, seminaristas, Arlena Cristal, postulante de las misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y Dasherin, aspirante de las Hnas. Del Sagrado Corazón de Jesús. Una bendición.

Hace poco tiempo que iniciamos a compartir este cafecito, y de seguro ya se dieron cuenta que el tema de la vida me sale por los poros. Pues de eso hablaremos hoy. ¿Cuál es la vida que tú estás viviendo? Rebuscando entre mis libritos me he encontrado con “Las tres vidas del hombre”, de Miguel de la Fuente y he recordado aquello de “Los tres tipos de vida” de Baltasar Gracián. Miguel de la Fuente habla de la vida corporal, vida racional y vida espiritual. Baltasar Gracián, dice que para ser plenamente humano es necesario:

a) Hablar con los muertos, es lo mismo que leer.

b) Hablar con los vivos, es viajar o conversar.

c) Hablar consigo mismo, reflexionar.

¿Dónde está usted en esta etapa de su vida?

Si me permiten, compartimos brevemente algo sobre “esas vidas” que señala de la Fuente. Pero antes, díganme cómo van entendiéndose con el cafecito.

1) Vida corporal: Cuando Miguel de la Fuente habla de vida corporal, hace referencia a la vida dimensionada por el hedonismo, el placer por placer. Lo cual equivale a una humillación de la dignidad humana, convertirnos en bestias salvajes. No queremos caer en la necia tentación de satanizar la dimensión corporal, pero debemos reconocer que una vida dominada por los sentidos, es una vida encaminada al fracaso. Ya lo dijo un grande de la filosofía “los sentidos nos engañan”. Al menos tendremos que hacerle caso al sacerdote Benjamín González Buelta, en su llamada a la conversión de los sentidos. La corporalidad es una dimensión de la vida, que no es mala, pero es solo una dimensión, no la vida completa. Entonces, lo errático y mísero, es reducir mi vida a lo mediático, lo instintivo o lo sensitivo. Necesitamos de la gracia divina, para ir superando o planificando esa dimensión corporal.

2) Vida racional: Lo lógico no siempre es racional y lo racional no siempre es justo. De la Fuente, recurre a Aristóteles para explicar la dimensión racional, donde dice lo siguiente: Si todo lo bueno se debe amar y Dios es bueno, entonces debemos amar a Dios. Si todo lo malo se ha de aborrecer, el pecado es malo, entonces debemos aborrecer el pecado. El hombre racional es el que ama y entiende. Igual que la corporal, esta es una dimensión del ser humano, no el ser humano completo, y por tanto, tampoco se puede vivir solo desde la razón. Somos más que nuestros razonamientos y elucubraciones. No solo tenemos cabeza, también tenemos corazón. Ya lo dijo Pascal, “el corazón tiene razones que la razón desconoce”.

3) Vida espiritual: La vida espiritual es el resultado de la sana integración entre la corporalidad y la razón. Es una vida más de frente a nuestro creador, más conforme a nuestra vocación de imagen y semejanza de Dios. Más plena y actualizada desde la Verdad, el Amor y la Esperanza. Aquí traigo a colación las famosas tres plenitudes, según san Alberto Magno: La plenitud del vaso, que retine y no da; la del canal, que da y no retiene; y la de la fuente, que crea, retiene y da. Tal vez la plenitud corporal es parecida al vaso, que retiene y no da. La plenitud de la vida racional, es la del canal, que da y no retiene. Y la vida espiritual es la que lleva a la plenitud de la fuente, que crea, da y retiene.

Finalmente, sería bueno aclarar que estas vidas no se realizan por separado, no se suceden una a otra, sino que se relacionan entre sí e interactúan. Deben ser tareas asignadas para cada día, para todo tiempo y circunstancias. No se llega a la vida espiritual eliminando la corporal y la racional, sino, integrándola. La finalidad es no dejarnos encerrar en falsas ilusiones disfrazadas de autenticidad. Evitar toda cobardía, envidia, odios, para conservar la integridad moral.

El filósofo Gabriel Marcel, en su libro “los hombres contra lo humano”, habla de reintegrar el honor, y es precisamente a lo que todos debemos hoy aspirar. Al honor de ser humano, de la profundidad de rectitud, la gratitud, fidelidad, sentido de hospitalidad y simplicidad de vida.

¡Muchas gracias por su condescendencia y por honrarnos con su compañía! Un abrazo fraterno.

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